viernes, 16 de noviembre de 2007

Psycho

Era la tercera visita en sólo un mes. Desde mi recaída el mes pasado, no había parado de tomar medicamentos y asistir al psicólogo. Mi madre estaba bastante preocupada, mi padre... mejor no hablar de él.

No era que le hubiese cogido pánico al psicólogo, ni que fuera alguien totalmente desconocido para mí... era que sentía que mentirle todo el tiempo durante una hora tres veces a la semana no me iba a ayudar demasiado. La úlcera me estaba suponiendo un serio problema en cuanto a la materialización de mis objetivos se refiere. Había dejado de tomarme la medicación y mi estado físico había empeorado. Todo tan sólo por mi sabia testarudez.

Apenas podía comer. Ni salir de casa. Apenas podía vivir. Entiendiendo por "vivir" avanzar en mis investigaciones. Todavía tenía que identificarlos, casi a más de la mitad. Mi orgullo había quedado casi destruido al ver que mi muerte estaba demasiado cerca. Demasiado cerca. No dormía, sólo buscando maneras de poder hacerlo todo antes de morir. Pero era imposible. Materialmente, era imposible. Tenía que resignarme habiendo fracasado. Y fue este fracaso el que me llevó hasta el filo de la locura.

Comencé a desvariar, las fiebres eran comunes y los vómitos aún más. Si salía de casa, a los cinco minutos perdía el equilibrio. Era un ser totalmente inútil que dependía de los demás. Y eso me hacía sentir aún más repugnante e inútil. Insisterion día tras día en la idea del psicólogo, tuve que fingir normalidad e ir allí. Sus preguntas apenas me inquietaban, sabía mentirle bien, pero mi dolor constante de estómago, la angustia de saber que yo no era quién creía que era, sumado a una inestabilidad emocional enorme hicieron de mí un ser que ahora veo como totalmente desconocido. Fue la época oscura de Leonardo Stigliari.

Mi psicológo era una persona cuanto menos carismática. Desde el primer momento que supe que era psicólogo le llamé Psycho, aunque su nombre real habría dicho muchísimo más de él. Eso ya es más difícil de contar. Era una persona totalmente fría, de mirada perturbadora, de unos 45 años, siempre vestido con frac y un peinado bastante cuidado. Sus gestos se caracterizaban por una sutileza abrumadora, que convergían perfectamente con su delicadeza y precisión. Hablaba pausadamente, con voz grave, siempre escogiendo a la perfección sus palabras. Si yo hubiese tenido pensado llegar vivo a esa edad, me habría gustado ser como él. No era tan extraño, con el tiempo me di cuenta de que Psycho era más parecido a mí de lo que yo pensaba y que nos unía un vínculo especial.

- ¿Cómo han evolucionado tus relaciones personales últimamente, Leonardo?
- No tengo relaciones personales...

Aunque Melissa ya no formara parte de mi vida, ella siempre me había prohibido que le hablase de ella a nadie. Y, al menos con Melissa, siempre cumplía mis promesas.

- ¿No crees que sería una buena manera de afrontar estos últimos meses? ¿Con alguien a tu lado? ¿Dejando amor en el mundo?
- Sinceramente, no lo pienso, señor.
- ¿Por qué? - Preguntó arqueando las cejas.

Sin apartar la vista de su mirada incansable, le respondí con seguirdad:

- Porque no les puedo dejar a los demás algo que no tengo ni siquiera para mí mismo. Enfocar hacia los demás la atención de los últimos meses de mi vida sería perder el tiempo, creo que hay cosas que merecen más mi atención.
- ¿Qué tipo de cosas? - Preguntó sin dejarme acabar la frase.

No sabía qué responderle. Melissa siempre me había exigido discreción.

- Increpancias de mi interior, señor.
- Necesito que abras tu corazón para poder ayudarte a focalizarlo.
- No se da cuenta de que no necesito ayuda.
- ¿Qué necesitas? - Hacía exactamente las preguntas que llevaban a todos mis secretos. Psycho era muy bueno.
- Más tiempo.
- ¿Para qué?

Encontré una manera de explicárselo que parecía muy común a todas las personas, pero que en realidad me definía perfectamente. Quizá, yéndome por el camino de la mentira, los consejos de Psycho podrían ayudarme.

- Cada persona tiene sus propios hechos, su propio camino. Unos lo deciden antes, otros lo deciden después. Yo lo decidí hace tiempo. Siempre he querido marcar una serie de pautas de las que no quería salirme. Y eso lo hace todo el mundo en mayor o menor medida. Dígame, señor, si no es común la frase "no quiero morirme sin hacer ésto". Ahora que sé que voy a morir, esa frase cobra mayor importancia en mi, y es demasiado angustioso saber que es probable que muera sin haber completado mi camino. Eso me lleva a pensar que quizá el destino no me tenía encomendado completarlo, que esos no son los hechos correctos.
- ¿Cuándo decidiste tu camino?
- ¿Cómo? - Pregunté extrañado.
- Sí, has dicho que decidiste tu camino hace tiempo. ¿Cuándo?
- A los once años.
- Muy pronto... - Dijo frotándose la barbilla.
- No. Demasiado tarde, señor. - Dije con prepotencia, interrumpiéndole, corrigiéndole. - Si hubiese abierto los ojos antes, probablemente ya habría terminado.
- ¿Qué pasó? Cuando tenías once años.

Había aprendido a controlar mi seguridad y apenas temía. Le miraba desfiante. Hacía exactamente las preguntas cuyas respuestas podían desnudarme. Psycho era una persona perspicaz. También cabe mencionar que yo, para él, no era un paciente cualquiera.

- Necesito que colabores, Leonardo. Sé que en realidad no deseas estar aquí, pero creo que hay algo dentro de ti que falla. Y es sólo tu elección solucionarlo o no. Y más ahora que sabes que apenas tienes tiempo. No digo que tus valores no sean válidos, pero creo que necesitan una revisión. Y yo te puedo ayudar en eso. Sólo necesito que te abras a mí, que me cuentes aquello que tienes encadenado a tu alma. No puedes llevarte eso a la tumba. - Yo mantenía mi mirada, desafiante, entrecerrada. Me parecía tan banal lo que me estaba diciendo Psycho, que apenas me planteaba cada cosa que decía. - En las anteriores sesiones me has hablado de tu vida en líneas generales, me has contado a qué te dedicas y has mencionado algunas personas importantes. Pero creo que no hemos hablado de una de las principales figuras en la vida de una persona. - Él no podía conocer a Melissa - Háblame de tu padre.

Creo que hablar de mi padre va a resultar mucho más difícil de lo que imaginaba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

quieres actualizar ya, cara mierda