martes, 20 de noviembre de 2007

Sincérate, Leonardo.

- Necesitará descansar un par de días. Es recomendable que permanezca en observación y tome dos dosis de la medicina al día. Que coma ligero durante las primeras semanas, y que se pase periódicamente para hacerse un chequeo.

- Muchas gracias, Pedro.

- No hay de qué, señora. Ha sido un placer operar a su hijo.


Recordaba eso mientras estaba en aquel sofá, con un buen whisky en la mano escuchando buena música. Yo estaba excitado, casi nervioso. Si pudiera ser feliz, hubiera sido feliz en esos momentos, en casa de Pedro, dispuesto a terminar con uno de mis últimos objetivos, dispuesto a alcanzar por fin la paz suprema de haber terminado con mi camino. Tenía 34 años, habían sido más de 20 años de búsquedas, de frustraciones, de éxitos, de dudas... Pero por fin, en poco tiempo, todo terminaría. Con Pedro finalizaba un ciclo, después de él vendría el último y más importante paso para alcanzar el poder máximo. Todavía me acordaba de Melissa y sus palabras, aunque quedaran lejos.

Pensaba todo esto mientras Pedro bailaba, algo bebido. Llevábamos toda la noche rememorando viejos tiempos, rememorando el día que nos conocimos y muchísimas más anécdotas que habían marcado una relación de más de 10 años:

Mientras Pedro fue mi médico, siempre fue muy simpático con mi familia, y mucho más conmigo. Desde un principio mostró especial interés por mi supervivencia, y una vez después de operarme, siguió manteniendo el contacto conmigo en los continuos chequeos.

Ahí comenzó nuestra amistad. A Pedro le parecí una persona misteriosa e inteligente, y siempre se mantuvo cerca de mí y me ayudó en todo. Gracias a él pude vivir, y ganar el juicio. La cuantiosa cantidad de dinero que recibí como indemnización me facilitó mucho el trabajo a partir de entonces, y aceleró la sucesión de acontecimientos posterior.

Melissa siempre tuvo razón. Siempre decía que las cosas sucedían por una razón, y mi úlcera sólo había sido una prueba de fe. Y casi no la supero, casi tiro la toalla y llego a pensar que yo no soy el Leonardo del que hablaba Melissa, que yo no tenía ningún don. Pero la prueba fue superada, y el premio llegó casi instantáneamente: Pedro. No fue ninguna casualidad que yo conociera a Pedro. Es más, se suponía que yo debía conocerle, al igual que se suponía que yo debía conocer a Melissa. Todo estaba enlazado para que yo fuera pasando las pruebas y finalmente decidiera cómo debía ser el final de mi camino. Y Pedro jugaba un papel muy importante dentro de mis objetivos.

Sin embargo, cuando todo parecía predispuesto para que yo cumpliera con mi cometido, Pedro conoció a Sonia, y comenzaron a salir. Entonces todo se convirtió en una complicada maraña de mentiras y engaños que impedía completamente que llevara a cabo mis objetivos. Decidí que no era tan grave y no forzar los acontecimientos. Pensé que, como la mayoría de parejas, Pedro y Sonia no durarían demasiado, y que su amor no sería eterno. "Todo sucede por una razón" me repetía a mí mismo. Por lo que decidí centrarme en las demás personas que Melissa me había ordenado que identificara. Y así fue.

Mas cuando la cuenta atrás llegaba a cero, mi desesperación se volvió insoportable. Cuatro años habían transcurrido y todavía no habían acabado. Decidí intervenir. Aprovechando un momento de debilidad en su relación, me acosté con Sonia. Mi sorpresa, contra todo pronóstico, fue que Sonia estaba enamorada de mí, y eso complicaba las cosas. Tenía que quitar a Sonia del mapa como fuera, que desapareciera de la vida de Pedro. Pero ella se empeñaba en quedarse ahí destrozando mis planes y su vida. Me vi obligado a provocar una situación incómoda y contárselo todo a Pedro, destrozando mi amistad con Sonia (lo cual me situaba en una posición bastante problemática para las desavenencias del futuro) y alejandome de Pedro. Pero era lo mejor en ese momento.

Pedro dejó de hablarbe durante unos meses. Pero al menos conseguí lo que quería y además de una de las formas más eficientes. Pedro, enfurecido, fue a hablar con Sonia. Entró en casa con los ojos fuera de sus órbitas y la cara roja de rabia. Sin mediar una palabra, arrojó su puño con todas sus fuerzas sobre la cara de Sonia. Seguramente la insultó de manera desproporcionada, mientras le partía los 4 huesos que la obligaron a ir al hospital de urgencia y que jamás la permitirían andar de forma natural. Después de aquello, Sonia desapareció de la vida de Pedro y yo, al cabo de unos meses, volví a hablar con él.

Entré en su casa, me había costado muchísimo que me cogiera el teléfono y más aún que me dejara entrar en la misma casa donde me acosté con su ex novia. No obstante, la labia era lo mío, y sabía salir airoso de casi todas las situaciones sólo con la retórica. Melissa se había encargado de ello.

Después de servirnos varias copas, Pedro se abrió. Seguramente era por el alcohol, pero ahora estaba mucho más simpático.

- Sonia era una zorra - Decía - ¿Te puedes creer que me ha denunciado?

Sus ojos balanceaban de un lado para otro. Yo callaba, sólo daba pequeños sorbos del delicioso whisky.

- Tú y yo hemos tenido historia, Leonardo - Me agarró fuertemente del hombro - No dejemos que ninguna zorra nos la estropee. Y muchísimo menos vuelvas a dejar tú que ellas te coman el tarro.

- Así lo haré, Pedro. - De hecho, no pensaba dejar que nadie más interrumpiera mis planes. No ahora que estaba tan cerca.

- No puedo creerlo. ¡Somos amigos desde hace más de 10 años, Leonardo! - Parecía que lloraba, pero no lo hacía - En el fondo somos tú y yo los ganadores... Ni Sonia, ni ninggsuna otra zorra podría ganarnos. Después de todo sólo tú y yo seguimos aquí - Pedro estaba equivocado. El único ganador que había allí era yo.

Pedro bailaba y bailaba, según pasaban los minutos estaba más y más borracho. Yo sólo podía pensar que eso me facilitaba las cosas.

Por primera vez en muchísimos años, volvía estar nervioso. El corazón me latía fuerte y notaba cómo la adrenalina invadía mi cuerpo. Estaba tan cerca de conseguirlo todo... Pocos en esta vida podrían presumir de esa dicha. Lo que yo no sabía es que días después de aquella noche con Pedro, yo yacería muerto. Pero, ¿cómo podría saberlo? Era impensable.

- Me sorprende muchísimo que hayas vevenido, Leonardo - Apenas podía entenderle al hablar - Pensé que después de la merecida paliza que le di a Sonia no querría saaasaber nada de mí. Siempre has ssido tan resputuoso con las mujeres (excepto con las de tussssss colegas)

Y estalló en risas. Con su propio chicste. Creí que era el momento. No podía esperar más.

- En realidad he venido para hablar contigo, Pedro. - Le dije en un tono serio que destrozaba todo aquel ambiente musical que vivíamos hasta ese momento. - Creo que hay una serie de cosas que debes saber.

- ¡Dime, compañero! - Y volvía a reír.

- Nada de esto ha sucedido por coincidencia, Pedro. Llevo muchísimos años esperando este momento, y pienso conseguirlo. Nada me va a echar atrás. Creo que nunca me has conocido del todo. Pero ni tú ni nadie. En realidad sólo habríais sido un estorbo. Y aún sin quererlo habéis sido un tremendo y jodido estorbo. - Me puse de pie - Tengo que decirte que cualquier otro, en mi situación, te habría querido hasta la muerte, pero yo no puedo permitirme esos lujos. Yo no puedo querer. Si quisiera no estaría aquí. Tampoco quiero querer. Es una pérdida de tiempo, y no sé si aunque quisiera podría querer. Eso no es lo importante, porque sí tengo sentimientos. Puedo odiar. - En ese momento acabó la música. Pedro me miraba extrañado. Yo no mostraba ningún tipo de inseguridad ni de duda. - Más de alguna vez has podido pillarme, y darte cuenta de todo lo que escondía, pero por tu bien, mejor que no lo hubieras hecho. - Hablaba pausadamente, en tono tranquilo. No quería sonar amenazador - Me conociste en una de las peores épocas de mi vida, y te agradeceré eternamente que hubieras sabido escuchar donde los demás sólo oían ruído y haberme salvado la vida. Aunque en realidad no tengo porqué darte las gracias. Pensar que esto es gracias a ti es dar por hecho que tú controlas tu vida, y no es así. Me salvaste la vida porque yo no podía morir, porque los planes que la vida me deparaba eran demasiado importantes como para dejarlos sin hacer. Y aquí es donde entras tú. - Pedro intentaba mantener la mirada recta, pero el alcohol no le dejaba. Comenzaba a darse cuenta de que algo no marchaba bien - Nunca has sido mi amigo, Pedro, sólo eres, por desgracia, una de las piedras angulares de mis planes. Y para que lo entiendas, antes de hacer nada, creo que mereces saber un breve porqué.

Silencio. Magistral. Pedro no entendía nada, pero inconscientemente comenzó a temer por su vida. Agarraba la copa con fuerza, como si fuera ella la que le estuviera manteniendo en pie.

- Desde el día de mi undécimo cumpleaños comencé a identificaros, Pedro.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto comienza a parecerse a la subida hacia el orgasmo,
cuando Leonardo lleve a cabo aquello que tiene que llevar a acabo, estallaré de placer jojo.
(No, no borres este comentario aunque no esté muy relacionado con el texto, porque en realidad muestra que lo que escribes inquieta al lector)
Tampoco puedo decir nada sobre esto, pues solo queda esperar...
De todas formas,
cuándo dejó Leonardo de tener sentimientos? a los 11 años también?

Anónimo dijo...

tres palabras: OOO ke KAXO

Anónimo dijo...

si tiene sentimientos...tiene odio

Anónimo dijo...

y... no diré nada respecto de las actualizaciones. Pero sí que tengo unas ganas locas de leer más, y que el día en que se desvele toda la historia de Leonardo habremos acabado todos como tú, o como él. Pero que deseo ese día, tanto o más que qué me toque la Lotería.
Espero que no tardes demasiado en publicar. Escribe, haz lo propio.
Querer? Odiar? Leonardo sabe lo que es querer? Sabe, por tanto, lo que es odiar?

Leonardo dijo...

A partir de los 11 años digamos que se concienció para ser frío y dejar todo eso atrás. Como dicen por aquí, Leonardo sí tiene sentimientos. Es capaz de sentir odio, ira, inclusio piedad y cierto aprecio, si me apuras.

Aún queda mucho por leer ;). Esto no ha hecho más que empezar.

Siento la serie de capitulos banales que he estado poniendo estos días, pero eran necesarios.


Un saludo.

BELMAR dijo...

interesante espacio...